viernes, julio 10

tardes de aromat (o Kevin's Telescope and Strange Machines)

Después de sentirse orgullosa consigo misma por haber leído Breakfast at Tiffany's recibió una llamada para un casting. Era una oportunidad para volverse famosa, ¿qué había hecho Audrey Hepburn que ella no pudiera? Se aprendió las líneas del diálogo de inmediato.

- ¿Sabías que Nabokov escribió Lolita en inglés? 
(Sostiene un cigarrillo con la mano derecha, con la otra carga un pequeño bolso blanco)

- Ahh, no, sólo he visto la película. Bueno, ¿quizá entonces hay una metanarrativa relacionada con la vida personal del autor no? Porque se supone que el wey este es un profesor y traductor ¿no?
(se arregla el cabello y juega con su arete)

- Sí claro, totalmente. Una intertextualidad entre la vida del autor y el personaje en el libro. Blah, blah, blah... ¿Crees que sea un best seller, de prestigio planetario?
(Fuma el cigarrillo y retiene el humo en los pulmones)

- ¿Qué? ¿Qué te pasa con eso de prestigio planetario, qué frases tan chaqueteras te sacas? 
(Sonríe, se rasca su piel tatuada y observa a su alrededor)

- ¿Te has masturbado con un libro?
(risitas)

-¿Qué te pasa girl? ¿Frotarme con el libro? Con un libro vaquero, puede ser, jaja, ¿qué preguntas son esas? Intentaré con la Odisea. 
(sonríe y levanta las cejas)

El casting fue en un set, pero la idea original estaba pensada para el bosque de Chapultepec en la noche. Le dijeron que estaba bien, sólo que buscaban una chica con un look más punk, a la Vivienne Westwood o Zandra Rhodes. Le preguntaron que si estaba dispuesta a que le tiñeran el cabello de azul y cantar ópera.

-¿Como la chica de Lola Rent y Nina Hagen?
-Sí bueno, ese es rosa, ¿o rojo no? No recuerdo bien. Nosotros necesitamos una chica con cabello azul y no, no del estilo de Nina Hagen. Es cantar un fragmento de La Bohème, de Puccini.

Ella dijo que no. Penélope, de tan sólo 1.50 de estatura y una sonrisa perfecta, no dejaba de pensar en Audrey, aunque creía que los lentes que se amoldaban a su cara y personalidad eran unos Wayfarer, Ray Ban, no tan grandes que le hicieran sentir mosca. Sonó su celular, la invitaron a comer. Contenta aceptó. 

En el departamento todos observaban "The way things go" de Peter Fischli y David Weiss. 

- ¿Te sirvo cerveza morra? Te estábamos esperando pero ya empezamos.
- Sí, gracias.
- ¿Con escarcha de aromat?
- Bueno.
- Estos weyes estaban super chidos, cámara en mano, otro pedo.
- Sí y el efecto dominó. Una reacción en cadena. Las cosas caen por su propio peso.
- Bueno, ¿pero cuánto tiempo le dedicas a ver eso? ¿Y si no fuera de media hora y fueran 5? Si lo convierten en algo de dos minutos para un anuncio de televisión de un Honda, ¿es lo mismo?
- No, obvio no. Una maestra me dijo que unos científicos captaron no sé con qué nueva técnica, no sé, un telescopio chingón, a dos supernovas en el espacio, las supernovas son estrellas que mueren violentamente, explosiones agónicas distantes, las más antiguas hasta ahora... ¿podrá un astronauta grabar eso cámara en mano algún día?
- Pues no, si lo hace le tomaría mucho tiempo regresar a la Tierra... es imposible. Imagínate un monito de plástico derritiéndose en la lumbre. No vivimos tanto. No somos eternos, si pensamos a las estrellas como eternidad. 
- ¿Eternidad que muere?
- Pues sí, pero ni tú ni yo alcanzaremos a verlas extintas por completo, mejor piensa en Pink Floyd o algo así. 
- ¿Cómo te fue en el casting?
- Bien, pero prefiero ser astronauta.

Penélope bebió un trago de cerveza, se le escurrió y en esos momentos despertó. La almohada estaba toda babeada. Miró el relog, sí, el relog con g. Ya era muy tarde.