viernes, julio 24

Una máscara más

Todos están muy ocupados, ensayando todos los días para que la coreografía salga perfecta. Ola Ray interpretará el papel de la novia asustada. Se trata del primer video musical que narra una historia a manera de cortometraje. Y ahí está él, sentado, con una de las varias máscaras que le están moldeando especialmente para poder transformarse en hombre lobo.

Este es el comienzo de la metamorfosis del pop, de la televisión y de un hombre posmoderno a principios de la década de los ochenta. A pesar de que Michael Jackson interpretará el papel de un hombre lobo, su ser es más identificable con el de un zombie. Esclavo en rebelión y a la vez cazador, Michael, esperando a que la máscara se seque y tome la forma de su rostro, es la representación más fiel de la crisis del cuerpo humano en el siglo XX.

El guión de Thriller, dirigido por John Landis, hace referencia a esa mala película de serie B, de George Romero, llamada La noche de los muertos vivientes, en la que, si no nos aburrimos y somos pacientes, descubrimos que al final todo cobra sentido. Una película hecha con las patas que, sin embargo, nos hace morirnos de risa al ver que, en los últimos minutos, el único sobreviviente es un hombre negro al que le disparan los policías por pensar que también se trataba de un zombie.

¿Quién va imaginar que Michael, de 26 años de edad, se convertirá en el mejor de los zombies, en la nueva raza después de las razas, en el posthumano más miserable que nos representará y cuya inmortalidad nos paralizará? Ahí permanece él, de raza negra, con una máscara de algún material blanco que no le permite moverse. Estando así, se le ha venido a la cabeza ser el rey del pop, ser mejor que Elvis Presley, ser adorado, siendo negro, como a un blanco. Se le ha ocurrido sanar al mundo, darle a la humanidad una prueba de lo divino. Michael se ha propuesto ser un ángel artificial construido minuciosamente en cada detalle: el pelo, la nariz, los labios, la voz…

Pero todo saldrá mal, éste gran bailarín y cantante no sabe que se volverá famoso por su “moonwalk”, baile en el que deslizará sus pies hacia atrás. En cada gesto y en cada grito, la gente lo alabará. En todo ello, aparecerá lo monstruoso de su ser, escondido en vestimentas de dandy punk con un guante de rubíes o cristales Swarovski. Pero lo monstruoso de su ser es lo monstruoso de nosotros mismos, Michael ha decidido ser el depósito de las patologías sociales de nuestra época. Cuando podamos ver Thriller en la televisión, estaremos presenciando un ritual en el que él deposita sus deseos de liberarnos de la raza y del sexo, de la subyugación y la opresión de los Otros.

Michael hará ese sacrificio, poco a poco irá perdiendo la conciencia, como un zombie, para mostrarnos que, irrevocablemente, estamos atados a nuestros cuerpos, encarcelados en la carne mortal. Utilizando la industria del entretenimiento, Michael se está volviendo inmortal. Tratando de destruir el modelo reinante y burlarse, como un niño, de lo grotesca que puede ser la vida, Michael es una víctima más de ese modelo, pues la epidemia zombie se propaga muy fácilmente.

Yo lo veo dentro de esa máscara y al mismo tiempo me observo en el espejo, pienso que no me vendría mal operarme para hacerme más grandes los senos, posiblemente vaya la próxima semana al salón de belleza y me tiña el cabello de azul.