martes, noviembre 25

ANORMAL

El masturbado, el niño masturbado, es una figura novísima en el siglo XIX ( o en todo caso propia de fines del siglo XVIII) y su campo de aparición es la familia. Podemos decir, inclusive, que es algo más estrecho que ésta: su marco de referencia ya no es la naturaleza y la sociedad como en el caso del monstruo, ya no es la familia y su entorno como en el del individuo a corregir. Es un espacio mucho más estrecho. Es el dormitorio, la cama, el cuerpo; son los padres, los supervisores directos, los hermanos y hermanas; es el médico: toda una especie de microcéfala alrededor del individuo y su cuerpo.

Esta figura del masturbador que vemos aparecer a fines del siglo XVIII exhibe, con respecto al monstruo y también al corregiste incorregible, cierto número de características específicas. La primera es que se presenta y aparece en el pensamiento, el saber y las técnicas pedagógicas del siglo XVIII, como un individuo en absoluto excepcional, ni siquiera como un individuo frecuente. Aparece como un individuo casi universal. Ahora bien, de este individuo absolutamente universal vale decir, esa práctica de la masturbación que se reconoce como universal, se afirma al mismo tiempo que es una práctica que se reconoce como universal, se afirma al mismo tiempo que es una práctica que se desconoce o es mal conocida, de la que nadie habla, que nadie conoce y cuyo secreto jamás se revela. La masturbación es el secreto universal, el secreto compartido por todo el mundo, pero que nadie comunica nunca a ningún otro. Es el secreto poseído por todos, el secreto que no llega jamás a la conciencia de uno mismo y al discurso universal (más adelante volveremos a todo esto), y la fórmula general es la siguiente: "Casi nadie sabe que casi todo el mundo lo hace". Tenemos ahí, en la organización del saber y las técnicas antropológicas del siglo XIX, algo absolutamente decisivo. Ese secreto, que todo el mundo comparte y a la vez nadie comunica, se plantea en su cuasi universalidad como la rías posible, e incluso la raíz real de casi todos los males posibles.

Michel Foucault. Los anormales.