sábado, febrero 14

Feliz día mi amor

El medio en realidad es arido. De todos modos, uno tiene que conseguir lo que busca, pues de eso se trata la vida, de siempre estar buscando algo. Lo importante no es la ropa ni los zapatos, mucho menos el sexo. Son las fotografías tomadas después del encuentro.

Ir a su departamento era divertido. Ponerse tacones, y la ropa que él le daba.... Ella fingía estar muerta, él era un moribundo que se acercaba a olerla y besarla. De fondo, se escuchaban los diálogos de alguna película de Roman Polanski. Cuando él cerraba los ojos, ella mordía. Cuando los abría, ella sonreía, luego él sonreía de vuelta. Comer. Había que comer. Los dolores abdominales que él sentía cada vez que estaba con ella eran placenteros, lentas punzadas, muy pequeñas. Las prolongadas erecciones lo hacían olvidar esos dolores. Ver sus pequeños senos le conmovía. Entonces, había que tomar las fotos.

Él quedó paralizado en el piso. Ella tomó una cámara automática. Tomo una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis fotos. La diecisiete no se disparó, se había terminado el rollo.

Tantos días de estar juntos habían causado esos efectos. Ella salío del departamento con la cámara y unos billetes que él había hecho rollito y amarrado con una liga. Al día siguiente él ya estaba muerto.

Los negativos los tengo yo, los encontré tirados en la basura. Blanco y negro. Quiero hacer unas ampliaciones, reventar y exponer en un bar por mi casa. Ahora son mis fotos. Ellos, los personajes de mi historia.