Una paleta reducida en colores que da una sobriedad digna de la aristocracia. Excelso manejo del claroscuro. Posición en tres cuartos con la mano en el hombro que nos invita, a través de las diagonales, a recorrer toda la imagen. El color de su anillo nos remite a sus ojos. De las ondulaciones de su cuello pasamos a las de su cabello. Todo en conjunto: inexpresividad y elegancia.
Publicado en: Gatopardo No. 100, abril 2009.